lunes, 6 de junio de 2011

Operación Weserübung.Conquista de Noruega

Una de las operaciones más improvisadas por parte de la Wehrmacht en la SGM fue la conquista de la nación occidental de la península escandinava. La ocupación de este territorio fue consecuencia más del miedo que tenían los alemanes a que los aliados tomasen posiciones en los países nórdicos que de su propia voluntad de verse involucrados en una campaña para la que estaban inmensamente menos capacitados que sus adversarios.


Importancia estratégica de Escandinavia

La industria de guerra del III Reich dependía en gran medida del suministro de hierro procedente de las minas de Gallivare y Kiruna radicadas al norte de Suecia. A lo largo del verano, el transporte de este mineral se realizaba a través del Báltico, embarcándose en el puerto de Lulea, pero esta ruta quedaba impracticable en el invierno. Por ello, durante los meses más fríos del año, parte del transporte tenía que efectuarse desde el puerto noruego de Narvik, ya que este -gracias a la cálida corriente del Golfo- sí permanecía abierto a la navegación. Desde esta localidad los mercantes germanos trasladaban su carga hacia el Reich viajando por las aguas jurisdiccionales noruegas hasta llegar a los estrechos daneses, y desde estos hasta Alemania.

En septiembre de 1939, Churchill -entonces primer lord del Almirantazgo- propuso al gabinete de guerra británico el minado de las aguas noruegas con el objetivo de estrangular el tráfico mercante germano. La medida no fue adoptada, pero las intenciones anglosajonas fueron descubiertas por la inteligencia militar del Reich -el Abwehr- y el almirante Cannaris informó de las mismas a Raeder, el jefe de la Kriegsmarine. A consecuencia de estas noticias, la armada alemana empezó a estudiar una eventual conquista de la nación de los fiordos, solo para llegar a la conclusión de que no contaba con los medios necesarios para llevar a buen término tal propósito. Además, en aquellos momentos Hitler estaba más interesado en mantener a Escandinavia neutral que en cualquier otra situación, por lo que desestimó las llamadas de atención de su marina sobre este particular.


El deterioro de la situación: la guerra ruso-finesa

En noviembre de 1939, la Unión Soviética atacó Finlandia con el objetivo de lograr ganancias territoriales a costa del país de los mil lagos, alejando de este modo a las tropas finesas de las cercanías de Leningrado. A consecuencia de esta invasión, los occidentales estudian la posibilidad de intervenir en ayuda de la nación golpeada por los bolcheviques. El proyecto aliado pasa por ocupar en primer lugar la parte septentrional de la península escandinava, tomando Narvik para desde allí trasladar tropas a luchar contra los soviéticos. Estos planes acabarían cayendo en saco roto poco después, aunque los franceses sí que llegaron a enviar algunos pertrechos militares a los soldados que se oponían al Ejército Rojo.

En diciembre, Quisling -el líder fascista noruego- visita Berlín y solicita de Raeder y Hitler su apoyo a un golpe de estado para deponer al gobierno y situar a la nación nórdica bajo la órbita del Tercer Reich. El jefe de la Kriegsmarine era favorable a la intervención en el extremo norte europeo, pero el Führer se negó, alegando -como ya venía haciendo con anterioridad- que prefería mantener a Escandinavia como zona neutral y que no tenía intención de verse inmiscuido en operaciones que pudiesen traer como consecuencia la extensión de las hostilidades a este territorio. El dictador tenía sus ojos puestos en la ofensiva que pretendía lanzar en el oeste al año siguiente y se mostraba reacio a iniciar cualquier movimiento que, al suponer una dispersión de fuerzas, pudiese dificultar la ejecución de dicho ataque

La resistencia finesa a la invasión trajo consigo la prolongación de la guerra contra los soviéticos, lo que dio a los aliados la oportunidad de volver sobre sus planes de intervenir en favor de los primeros. El 15 de enero de 1940 Gamelin recomendó a Daladier que, aprovechando la guerra entre Finlandia y la URSS, convendría “usar los aeródromos de Noruega” para extender “la operación al interior de Suecia y ocupar las minas de hierro de Gallivare”. Poco después, el 20 de enero, Churchill radiaba una alocución en la que afirmaba el derecho de los anglofranceses a llevar la guerra a las naciones neutrales, lo que provocó
las protestas de los estados nórdicos, así como de Bélgica y de Países Bajos. El gobierno inglés sostuvo que se trataba de la opinión personal de Churchill, y que no representaba la postura oficial del ejecutivo británico; pero la preocupación en el seno del Tercer Reich aumentó. El Führer, al encontrarse ante la posibilidad de que el norte de Europa se convirtiese en un teatro de operaciones bélicas, ordenó finalmente que se esbozase un proyecto para invadir Noruega en caso de que el devenir de los acontecimientos lo hiciese necesario. El plan estuvo finalizado el 5 de febrero, momento en que se reunió el estado mayor germano para discutirlo.

Ese mismo día, los aliados se encontraron en París para tratar acerca de la operación con la que, bajo el pretexto de enviar voluntarios a Finlandia, pretendían apoderarse de la parte norte de Escandinavia del modo que ya había propuesto Gamelin. Los francobritánicos habían acelerado sus preparativos, planeando iniciar el ataque a principios de marzo. Parecía que los occidentales se habían decidido finalmente a tomar la delantera al Reich, pero paulatinamente se fueron ampliando los plazos, lo que provocó que aquellos perdieran su ventaja.


El incidente del Altmark

En febrero de 1940 el Altmark, buque que había estado aprovisionando al Graf Spee, regresaba de sus correrías por el Atlántico atravesando las aguas jurisdiccionales noruegas en su camino de vuelta a Alemania. Dicho barco transportaba en sus bodegas a 300 marineros británicos procedentes de los mercantes hundidos por el malhadado acorazado de bolsillo germano. El día 15, el navío fue localizado por aviones ingleses en las cercanías de Bergen, e inmediatamente la Royal Navy desplazó una flotilla de destructores con intención de capturarlo.

Los esfuerzos anglosajones iban a dar pronto sus frutos. El destructor Cossack localizó al Altmark y este, al saberse descubierto, trato de buscar refugio en el fiordo de Jössing. Dos torpederas noruegas hicieron su aparición en escena, impidiendo el paso al perseguidor del germano. El Cossack, capitán de navío Vian, conversó con las pequeñas embarcaciones que se interponían en su camino, pero estas se negaron a apartarse. En vista de las circunstancias, el destructor pidió instrucciones al Almirantazgo, el cual indicó al buque que emplease la fuerza estrictamente necesaria para forzar su paso. Tras esto, el navío inglés advirtió a las torpederas que se hiciesen a un lado ya que iba entrar en el fiordo quisieran estas o no, al tiempo que apuntaba sus armas hacia los noruegos quienes, ante esta poco velada amenaza, accedieron a retirarse.

Ya había caído la noche cuando el Cossack abordó al Altmark. Este último buque se encontraba pegado a tierra, lo que fue aprovechado por su comandante, el capitán Dau, para poner las máquinas en avante toda y así conseguir que el navío embarrancase. En la confusión, un alemán disparó hiriendo a un marinero inglés, a lo que los anglosajones respondieron devolviendo el fuego y matando a varios germanos. El destructor británico logró finalmente liberar a los prisioneros, pero la acción provocó que el Reich empezase sospechar que la neutralidad noruega no era tal, y Quisling atizó el fuego de la desconfianza alemana informando a Hitler de que el hecho había sido preparado de antemano.

El Führer se terminó de decidir a invadir Noruega a consecuencia de este incidente y el 20 de febrero ordenó a von Falkenhorst -elegido para este fin por haber participado en diversas operaciones en Finlandia en 1918- que diseñase el plan de ataque definitivo. Como otros comandantes germanos, lo primero que hizo Von Falkenhorst tras recibir sus instrucciones fue comprar una guiá de carreteras Baedeker, ya que el militar carecía de mapas del país nórdico. Con la ayuda de esta elaboró el denominado Plan Weserübung, que fue aprobado por Hitler el día 1 de marzo, aunque dicha aprobación no especificó la fecha de ejecución, quedando la determinación de esta pendiente de la evolución de la situación bélica.

La contienda ruso-finlandesa terminaría en marzo de 1940, y la derrota de estos últimos aceleró la caída del gobierno de Daladier, y el ascenso al poder de Reynaud, quién se suponía iba a imprimir más energía al esfuerzo de guerra de los galos. El consejo supremo interaliado se reunió en Londres el 28 de marzo, y finalmente acordó llevar a cabo el minado de las aguas jurisdiccionales noruegas, minado que tendría lugar el 5 de abril, después de que los occidentales hubiesen notificado a los gobiernos nórdicos que su neutralidad favorecía a Alemania. Asimismo, los anglofranceses decidieron no demorar más su intervención militar en el norte de Escandinavia. El plan aliado, denominado Plan Wilfried, incluía el transporte de 18.000 soldados francobritánicos hasta Narvik y la posterior penetración de dicha fuerza en el norte de Suecia. También se contemplaba el desembarco de otros contingentes en los puertos de Stavanger, Bergen y Trondheim. Se proyectó iniciar la operación el 8 de abril.


Hitler decide intervenir

Los servicios de inteligencia germanos se enteraron de la inminencia de la intervención aliada, lo que terminó de convencer al Führer de la necesidad de lanzar la operación Weserübung cuanto antes si se pretendía que tuviese alguna posibilidad de éxito. La fecha acordada fue el 7 de abril, con lo cual los alemanes se adelantaban un día a los anglofranceses. Los germanos pretendían iniciar la operación con anterioridad a sus enemigos ya que, en caso de permitir a los occidentales ocupar parte de Escandinavia, la superioridad naval de estos haría muy difícil que la débil marina del Reich pudiese sostener una campaña prolongada de sus ejércitos en aquellas tierras. Desde un punto de vista estrictamente militar, a Alemania no le quedaba más opción plausible que adelantarse a sus enemigos e impedir la consolidación de un frente en el norte de Europa.

El ambicioso proyecto germano, dadas las reducidas dimensiones de su marina de guerra, iba a ser extraordinariamente difícil de ejecutar. Para llevar el desembarco a buen fin, la armada organizó varios grupos que se encargarían de transportar pequeños contingentes de soldados germanos a diversos puertos noruegos. Estos grupos eran los siguientes:

Grupo I: Narvik-Trondheim
-10 destructores, transportando 2000 soldados a Narvik.
-Crucero pesado Hipper y cuatro destructores, transportando 700 soldados a Trondheim

Este grupo estaría apoyado por el Scharnhorst y el Gneisenau, comandados por el almirante Lütjens, como fuerza de cobertura.

Grupo II: Bergen
-Cruceros ligeros Köln y Konigsberg, y buque de adiestramiento Bremse, además de pequeñas embarcaciones de apoyo, transportando 1900 soldados

Grupo III: Kristiansand
-Crucero ligero Kalsruhe y otras navios menores, transportando 1100 soldados

Grupo IV: Oslo
-Crucero pesado Blucher, acorazado de Bolsillo Lützow, crucero lígero Emdem y otros buques menores, transportando 2000 soldados.

Las diversas agrupaciones debían iniciar simultáneamente la operación principal de desembarco a las 5:00 del 9 de abril. Además, dada la escasa capacidad de la Kriegsmarine para el transporte de tropas (en el primer golpe, los alemanes apenas podrían poner en tierra los efectivos equivalentes a una división), se planificaron también varias operaciones de apoyo. Por un lado, a la capital de Noruega llegarían en los días siguientes varios transportes con 15.000 soldados más. Por otro, para ayudar a los asaltantes, el día 2 de abril habían partido de Stettin varios cargueros con material de guerra que debía entregarse a los combatientes de los diversos grupos de asalto una vez desembarcados.

La Kriegsmarine asimismo desplazó unos 35 submarinos a las diferentes zonas de operaciones.

A última hora, los alemanes se decidieron también a ocupar Dinamarca. La razón de esta multiplicación de los objetivos hay que buscarla en la escasa fuerza de la armada del Reich. Dada la debilidad germana en el mar, era evidente que la Luftwaffe iba a tener que apoyar las operaciones en Noruega desde el aire, y para esto seria de gran ayuda contar con los aeródromos situados al norte de la península de Jutlandia.


Preparativos aliados

Los occidentales, una vez que abandonan sus titubeos iniciales, emplearán en su operación de desembarco una parte considerable de sus recursos militares. A modo de resumen, podemos señalar lo siguiente:

-El día 4 salieron del Reino Unido 19 submarinos para tomar posiciones en la zona de operaciones.

-El día 5 abandonaron Scapa Flow el crucero de Batalla Renown y 4 destructores, a los que se unieron posteriormente el crucero Birmingham y varios destructores más que ya se encontraban en el mar. Este grupo debía evitar que los noruegos pusiesen trabas al minado de sus aguas.

-En la mañana del 7 se embarcaron las primeras tropas francobritánicas destinadas a Narvik y Trondheim.

-La misma mañana del 7 la RAF descubre una fuerza naval germana dirigiéndose al norte de Escandinavia. Por otra parte, unas horas después llegó un informe a la Home Fleet y al Almirantazgo en el que se advertía que Hitler estaba planeando una operación sobre Noruega y Dinamarca, dejando Suecia al margen, aunque se señalaba que la información podía ser de dudoso valor. Las dudas respecto a la veracidad de la noticia provocaron que esta no fuese creída por el gobierno británico.

-A las 13:30 la RAF ataca sin éxito a la fuerza del almirante Lütjens, pero a la marina británica no le llegará la información respecto a la posición de las unidades navales enemigas hasta varias horas después debido al radiosilencio impuesto entre los ingleses.

-Por la tarde, sobre las 20:00, los navíos alemanes cruzan el paralelo de Scapa Flow en su camino hacia el norte de Noruega. Aproximadamente al mismo tiempo, la Home Fleet (acorazados Rodney y Valiant, y crucero de batalla Repulse, a los que se les unirían media docena de cruceros y una veintena de destructores) sale a interceptar a Lütjens.

De lo anterior se observa que el esfuerzo bélico aliado -principalmente anglosajón- fue notable. Las unidades mencionadas sumadas al resto de fuerzas navales desplegadas en la zona elevaban los efectivos aliados en el área el día ocho de abril a 2 acorazados, 2 cruceros de batalla, 12 cruceros y 37 destructores. La superioridad aliada era, por tanto, absoluta; mas dicha superioridad no se iba a traducir en resultados positivos.


El asalto al territorio noruego supuso un triunfo total para los alemanes, pero el éxito fue logrado a un alto coste. Los germanos consiguieron poner pie en todos los lugares que se habían marcado como objetivo, aunque las dificultades variaron dependiendo de las zonas. Veamoslas de una en una:

Oslo
En la capital, el grupo de asalto alemán (crucero pesado Blucher, acorazado de bolsillo Lützow y crucero ligero Emdem) sostuvo un duro enfrentamiento con las baterías de costa noruegas. Estas inicialmente tardaron en abrir fuego, ya que pensaban que lo que tenían enfrente eran navíos de la Royal Navy. Cuando los defensores se apercibieron de su error, iniciaron un cañoneo efectivo contra los barcos germanos, hundiendo al Blucher, el cual era uno de los buques más modernos de la Kriegsmarine. Perecieron unos mil hombres, aunque un número similar consiguió salvar la vida. Este desastre provocó que el desembarco se retrasase un día, y esta demora conllevó, de acuerdo al historiador y militar español Luis de la Sierra, que el gobierno noruego y el rey, así como las reservas de oro de la nación pudiesen ponerse a salvo.

Tras el violento encontronazo con el fuego costero, el Lützow y el Emdem retrocedieron y consiguieron poner a sus tropas en tierra a cierta distancia. Estas unidades recibieron el apoyo de la Luftwaffe, lo que les ayudó a consolidar su posición. El arma aérea germana logró asimismo llevar al teatro de operaciones a varias formaciones aerotransportadas (no solo a Oslo, sino también a Stavanger y Aalborg). La acción combinada de este grupo junto con los soldados desembarcados provocaría la caída de la capital noruega.

La perdida del Blucher fue agravada por el torpedeamiento que sufrió el Lützow en su viaje de vuelta a Alemania. El acorazado de bolsillo no fue hundido, pero sufrió daños graves y tuvo que permanecer en dique casi un año.

Kristiansand
En esta zona los alemanes no pudieron desembarcar a la hora prevista debido a la espesa niebla. Tras el amanecer, cuando finalmente fue posible aproximarse a tierra, los germanos ya habían sido localizados por los noruegos cuyas fortificaciones costeras hicieron fuego sin dilación. El Karlsruhe logró con dificultad que los soldados fuesen desembarcados, y estos tomaron las posiciones enemigas al asalto.

Tras concluir con éxito su misión, el Karlsruhe será torpedeado en su viaje de vuelta a Alemania por el submarino inglés Truant. El navío sufrió daños extraordinariamente graves, y tuvo que ser hundido por los propios germanos para evitar que cayese en manos enemigas.

Bergen
Aquí las fuerzas navales alemanas (cruceros ligeros Köln, Konigsberg y buque de adiestramiento Bremse) mantuvieron un duro enfrentamiento con las baterías de costa noruegas, pero también consiguieron desembarcar a las tropas, las cuales gozaron de un intenso apoyo de la Lutfwaffe.

En referencia a las pérdidas, el Königsberg sufrió varios impactos y no pudo emprender el camino de vuelta a Alemania. Sería hundido por aviones británicos poco después.

Trondheim
El Hipper y los destructores que le acompañaban lograron poner las tropas en tierra tras un breve intercambio de disparos con las baterías costeras noruegas, aunque esta escaramuza duró más de lo inicialmente previsto.

El alto mando alemán había planeado enviar al Hipper junto con el Scharnhorst y el Gneisenau al norte con el fin de arrastrar allí a las fuerzas de la Royal Navy, pero no pudo hacerlo dado que estos salieron malparados de los combates que tuvieron lugar en las aguas cercanas a Narvik.

Narvik
Durante las primeras horas del día 9 los diez destructores de la Kriegsmarine desplazados a Narvik hacen su aparición en escena y, tras un breve combate con los guardacostas noruegos, desembarcan a las tropas en territorio escandinavo. Los soldados enemigos no plantearan graves problemas, pero los navíos de guerra aliados conseguirán echar a pique varios buques de aprovisionamiento germanos dificultando el despliegue de estos.

Al amanecer del día nueve los cruceros de batalla Scharnhorst y Gneisenau se topan con el grupo del Renown. Los ingleses comenzaron a disparar inmediatamente y los alemanes, aunque con algo de retraso, devolvieron el fuego. Lütjens, aprovechando la mayor velocidad de sus buques, consiguió retirarse combatiendo hasta salir del alcance de los cañones enemigos. Ningún navío resultó hundido, pero ambos contendientes lograron varios impactos en sus oponentes, provocando en estos daños de diversa consideración.


***

En conjunto, la actuación germana fue sobresaliente. Los alemanes lograron tomar todos los objetivos previstos en el plan de la operación (incluido Dinamarca, país que cayó tras ofrecer una resistencia simbólica), si bien las pérdidas sufridas por la marina de guerra del Reich fueron muy graves.

Los británicos, verdaderos dueños y señores de las aguas en las que se desarrollaron los acontecimientos, no fueron capaces de frenar el ímpetu alemán y se vieron sorprendidos por la rapidez y precisión mostrada durante la audaz maniobra de asalto.

El león ingles había resultado herido en su orgullo y trató de enmendar su error ejecutando dos operaciones consecutivas sobre el norte de la península escandinava. En la primera, pretendían poner fuera de combate la fuerza naval alemana enviada a Narvik, y en la segunda trataron de lanzar su propia operación de desembarco sobre el norte de Noruega. La primera fue un éxito total. La segunda, un fracaso absoluto.

Combate en Narvik, el cementerio de destructores
Hemos indicado anteriormente como una decena de destructores germanos fueron los encargados de llevar las tropas del Reich a este puerto del septentrión noruego. Esta agrupación cumplió con su propósito, pero su éxito no repercutió sobre ella misma. Gracias a la decidida actuación inglesa que iba a tener lugar, ninguno de estos navíos volvería a ver Alemania.


El día 10 el almirantazgo británico ordena al capitán Warburton-Lee que se aproxime con cinco destructores a Narvik y compruebe si es factible atacar a sus contrapartes alemanes. El marino así lo creyó y, sin pensárselo dos veces, se lanzó contra ellos. La sorpresa de los germanos fue absoluta, y en poco tiempo sufrieron graves pérdidas. No satisfecho con esto, el inglés cargó en otras tres ocasiones contra sus enemigos causándoles en total la pérdida de dos destructores (así como daños graves en otros dos) y de siete buques mercantes, además de provocar serias averías a otros seis. Las unidades de la Royal Navy solo abandonará la escena cuando sus municiones estén prácticamente agotadas.

Tras su partida, los anglosajones se encontraron con una formación alemana de tres destructores, los cuales abrieron fuego contra aquellos. Los ingleses no tuvieron suerte esta vez, y los navios del Reich lograron hundir al Hunter y alcanzar al Hardy -buque donde se encontraba Warburton Lee- hiriendo gravemente al capitán inglés. El bravo marino fue trasladado por su tripulación a tierra, donde fallecería poco después. Después de esta pequeña victoria, los germanos pusieron proa a Narvik, donde esperaban repostar antes de volver a Alemania. No ocurriría así.

El día 13, la Royal Navy aprovechó la ocasión que se le presentaba para atacar y destruir en Narvik a numerosos destructores enemigos. Los ingleses reunieron una considerable fuerza naval que incluía al portaaviones Furious y al acorazado Warspite, además de nueve destructores, y cercaron a los alemanes cortandoles la salida al mar abierto. Ambos contendientes lucharon bravamente, pero para los germanos era una batalla perdida de antemano. Los buques del Reich combatieron con tesón, pero siempre en retirada hasta el interior del fiordo. Después de que todos sus compañeros fuesen hundidos, el mismo día 13 sería destruido el Thiele, el último de los destructores de la Kriegsmarine que habían llegado a Narvik el día 8. El éxito británico fue total.

Desembarco aliado en Noruega
Cuando los anglosajones se toparon con la noticia de que los alemanes se les habían adelantado, tan pronto como se recuperaron de la desagradable impresión inicial se dispusieron a tratar de aprovechar la situación a su favor. El plan de ocupar el norte de Escandinava y establecer allí un segundo frente volvía a aparecer con fuerza en las mentes de los estrategas aliados. La Lutfwaffe no era tan fuerte en la parte septentrional noruega como lo era en la meridional, y el control de las aguas por parte de la Royal Navy era total, sobre todo después del éxito del ataque contra los destructores germanos.

Con este esperanzador panorama, el mando aliado trato de explotar esta superioridad en su beneficio, e inmediatamente lanzó operaciones de asalto al norte y al sur de Trondheim, donde puso en tierra a 13.000 hombres; y en las cercanías de Narvik, en Harstad, lugar en el que desembarcó a unos 25.000 soldados (ingleses, franceses y polacos)

La maniobra sobre Trondheim no se desarrolló bien, y las tropas fueron evacuadas a primeros de mayo. El caso de Narvik fue distinto, y la cosa se puso más fea para los alemanes. Las tropas germanas (2000 soldados, unos 2100 marineros provenientes de los navíos hundidos, y un puñado de tropas aerotransportadas) comandadas por el general Dietl estaban en una situación de manifiesta inferioridad, pero consiguieron mantener a raya contra todo pronostico a los atacantes. La tenacidad alemana dio sus frutos, y los aliados acabarían reembarcando sus tropas una vez que la ofensiva lanzada por la Wehrmacht contra Francia Bélgica y los Países Bajos en mayo les obligase a centrar toda su atención en este teatro de operaciones.

La Kriegsmarine logró un último éxito hundiendo varios mercantes aliados durante la evacuación de las tropas enemigas, así como mandando al abismo al portaaviones Glorious (destruido por el Scharnhorst y el Gneisenau)

Consecuencias
Las perdidas alemanas fueron reducidas en hombres, pero considerables en material y navíos. El Reich perdió el asalto unos de 5.000 soldados, 250 aviones y 8 submarinos, además de los buques mencionados con anterioridad.

Como resultado positivo, Alemania se aseguró el suministro de mineral de hierro sueco, si bien este perdió parte de su importancia gracias a las ulteriores conquistas de la Wehrmacht que proporcionaron al Reich nuevas fuentes de materias primas.

Asimismo, la conquista de la nación de los fiordos proporcionó a la Kriegsmarine bases para dar apoyo a la guerra submarina contra el tráfico mercante británico, guerra que la armada alemana emprendería a gran escala pocos meses después.

Por su parte, los ingleses, quienes habían visto empeorada su situación estratégica (debido a que el bloqueo de la flota alemana pasaba a ser considerablemente más complicado) trataron de mejorar su posición ocupando las Islas Faeroe y desembarcando en Reykjavik.

Las bajas sufridas frente a la Royal Navy dejaron a la Kriegsmarine reducida a un puñado de buques. Además, varios barcos que no fueron hundidos sí padecíeron graves averiás que les obligaron a permanecer en reparación durante meses. Como consecuencia de las pérdidas en combate, los navíos de la armada alemana en condiciones de operar se redujeron a un crucero pesado, dos ligeros y cuatro destructores

Por último, conviene mencionar que la nación conquistada fue cara de proteger. Al final de la guerra, todavía quedaban asentados en el territorio noruego unos 300.000 soldados de la Wehrmacht (unos meses antes, la cifra se había elevado hasta el medio millón) que no pudieron desplegarse en otras zonas donde la amenaza militar era más acuciante.

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